viernes, 19 de abril de 2013

                                                                                             Foto: Oliva Risco
La educación y la neurociencia deberían establecer una colaboración mucho más estrecha. 
La nueva ciencia de la Educación debe fijar la agenda para  la Neurociencia educativa (Geake, 2011).
     
Su propuesta es que debe cumplir cuatro objetivos:

  1.  Ayudarnos a comprender el proceso educativo.
  2.  Ayudarnos a resolver los trastornos de aprendizaje de origen neurológico.
  3. Ayudarnos a mejorar los procesos de aprendizaje y a ampliar las posibilidades de la inteligencia, sugiriendo nuevos métodos y validando los que elabora la pedagogía.
  4. Ayudarnos a establecer sistemas eficaces de interacción entre el cerebro y las nuevas tecnologías.

Se deben de desmontar los viejos mitos y mostrar que se puede esculpir el cerebro, y  que la educación, la experiencia y el entrenamiento convierten cada cerebro en una obra única. 
Todos nuestros jóvenes deben de conocer esa gran plasticidad cerebral y su inmensa capacidad de aprendizaje por medio del entrenamiento.  
Catherine Malabou sostiene que precisamente porque el cerebro no está totalmente hecho, debemos trabajar siempre esa plasticidad, esa capacidad constante de transformación.

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